17 octubre 2013

Etiqueta Energética ¿Cómo entenderla?

Si alguna vez has comprado un electrodoméstico, seguro que has visto una pegatina en el frontal en la que se ven una letra bien grande, unas barras de colores y otros numeritos. Se trata de la etiqueta de eficiencia energética.

¿Pero qué es exactamente la eficiencia energética? ¿Y cómo se lee esa etiqueta? No te preocupes, es mucho más fácil de lo que parece. La eficiencia energética mide el aprovechamiento de los recursos que un electrodoméstico consume, principalmente electricidad y agua.

Así, una lavadora que gaste poca electricidad pero muchos litros de agua en cada lavado tendrá una calificación baja. En cambio, otra lavadora que consuma más electricidad (porque tiene una capacidad de carga mayor, por ejemplo) puede ser considerada eficiente si aprovecha bien esa electricidad. No se trata tanto de cuánto consume sino de cuánto rinde y ahorra.

La etiqueta de eficiencia energética de un electrodoméstico es muy sencilla de leer: cuando se crearon las etiquetas energéticas en 1995 la peor nota era la G y la mejor la A. Sin embargo, gracias a la investigación y mejora continua (en parte, gracias a nuestros ingenieras e ingenieros), los electrodomésticos actuales han alcanzado tres clases de eficiencia adicionales: A+, A++ y A+++ que son aún mejores.

Resumiendo, hoy día según el aprovechamiento de su consumo la G es la peor nota posible y la A+++ la mejor.

Cuestión de colores

Para que sea más fácil identificarlo, a cada letra de la etiqueta le corresponde un color, siendo la nota D roja y la A verde oscuro (la E y la F no aparecen por su baja eficiencia actual). En la etiqueta podremos ver una flecha negra con la letra obtenida en blanco a la altura del color que le corresponde, mejor cuanto más arriba. En el caso de A+ y superiores, la flecha estará por encima del verde oscuro.

En la parte inferior de la etiqueta podemos encontrar más información sobre el electrodoméstico: consumo de energía anual, volumen neto, ruido que emite… Entender las primeras etiquetas era casi una odisea (sobre todo por el tamaño diminuto de las letras y lo farragoso de su redacción) pero con la entrada en vigor del nuevo etiquetado en 2011 han aparecido iconos o pictogramas que son más fáciles de entender.


Fuente: Fagor


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